Salud mental y conducta en los centros educativos: El papel de la inspección en coordinación con otros agentes

 

En los últimos años, y agravado con la situación de aislamiento provocada por la COVID, se viene observando en los centros educativos un aumento de trastornos de la salud mental y de la conducta del alumnado, que ponen en evidencia la necesidad de una actuación preventiva y reparadora ágil, que evite complicaciones posteriores.

 

Problemas de salud que desde diversos sectores nos advierten pueden estar relacionados con múltiples factores anímicos, emocionales, conductuales o relacionales y que tienen una incidencia relevante en las primeras etapas evolutivas del ser humano, como son la infancia y la adolescencia.


La Organización Mundial de la Salud (OMS), en su Plan Integral de Salud Mental 2013-2030, nos recuerda que estas primeras etapas son las más propicias para emprender acciones destinadas a prevenir los trastornos mentales y también para proteger y promover la salud mental, pues hasta un 50% de los trastornos mentales que afectan a adultos empiezan antes de los 14 años de edad. Acciones, que como dice la OMS, deben consistir en intervenciones científicamente contrastadas, preferiblemente de carácter no farmacológico, aplicadas desde un enfoque multisectorial, que eviten la institucionalización y la medicalización, proporcionando una respuesta integral y coordinada desde los ámbitos de la salud, la educación y los servicios sociales, entre otros.


Desde el ámbito educativo se presenta como imprescindible que ante las primeras señales de alerta, ya sean dificultades en el aprendizaje, problemas en la interacción social o problemas físicos que parecen estar relacionados con el estado emocional, el alumnado afectado pueda recibir, sin dilación, atención especializada por equipos multiprofesionales que les ofrezcan una atención integral, pues la tardanza en tener un diagnóstico repercute seriamente en sus oportunidades educativas, además de suponer un sufrimiento elevado para el propio alumnado, familiares y educadores. De igual forma, se hace imprescindible un plan terapéutico que incluya las medidas que desde el centro educativo puedan aplicarse con el fin de alcanzar los mejores resultados, en coordinación con otras que se apliquen en su entorno familiar y social.

 

En este campo de actuación queremos resaltar la presencia de distintos profesionales en los centros educativos como son el orientador u orientadora, la reciente incorporación de la persona coordinadora de bienestar y protección de la infancia y la adolescencia,  así como las unidades especializadas o específicas de orientación que actúan en el asesoramiento y la intervención directa de aquellos casos que por su complejidad o mayor gravedad requieren de una intervención multidisciplinar. Pues en ellos reside gran parte de las acciones que contribuyen a la coordinación con el ámbito sanitario y social para promover un buen estado de salud mental dentro y fuera del centro educativo. El número adecuado de estos profesionales, en relación con el alumnado al que deben atender, es factor esencial para una buena prevención de los problemas de salud mental y conductual en nuestras aulas. 

 

Así también, creemos esencial seguir incidiendo en la formación en salud mental dirigida tanto al profesorado como a los tutores legales, en relación con la identificación y regulación de las emociones y el respeto a la diversidad. La acción conjunta entre la escuela, la familia y la comunidad son factores imprescindibles para la creación de un ambiente propicio para el desarrollo personal óptimo del alumnado.


De igual forma, en relación con el ámbito sanitario, celebramos la incorporación como especialidad de psiquiatría del título de especialista en Ciencias de la Salud, la Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia. Creemos que es necesario la presencia de profesionales especializados que permitan atajar los trastornos mentales y de la conducta más frecuentes que inciden en estas edades, como son los trastornos adaptativos, de ansiedad o afectivos o ciertas patologías como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, autismo, trastornos obsesivos compulsivos, esquizofrenia de inicio temprano o los intentos de suicidio, primera causa de muerte en adolescentes que tristemente se ha incrementado en los últimos años. A este respecto, alentamos a seguir reforzando los Centros de Atención Primaria y los Centros de Salud Mental, incrementando la inversión y formación de los y las pediatras para favorecer la detección precoz y el abordaje de los menores con problemas mentales.


Por último, queremos manifestar el compromiso de Adide Federación en hacer suyas aquellas propuestas encaminadas a mejorar la salud mental de nuestro alumnado, así como aquellas destinadas a seguir facilitando la coordinación de los sectores y ámbitos con competencia en la defensa de las condiciones y derechos de los menores.

 

José Manuel Cabrera Delgado

Presidente de Adide Federación



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JUNIO 2023

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